Es así que elegir el color de las paredes con el que pintaremos el interior de nuestra casa adquiere una connotación especial que va más allá de lo meramente estético y decorativo.
Pero lo cierto es que no existe en el Feng Shui una única ley determinante para el uso de los colores a la hora de aplicarlos en el pintado de las paredes, sino que éstos deben elegirse en función a varios factores en conjunto con las bases de esta tradición filosófica. Estos otros factores tienen que ver por ejemplo, con la ubicación geográfica de la casa, la distribución de las habitaciones con relación al sol, las personalidades predominantes de quienes la habitan y obviamente el gusto estético de cada uno.
Si combinamos apropiadamente cada uno de estos factores, lo más seguro es que el Feng Shui será de enorme ayuda para conseguir los efectos deseados en cada uno de nuestros hogares.
Según él por ejemplo, si los efectos que se desean conseguir son de tranquilidad y paz, los colores beige, hueso, ocre y salmón son los más indicados.
Por el contrario, los colores con tonalidades oscuras son en su mayoría los causantes de sensaciones de encierro y generan intranquilidad, además, éstos capturan la luz del ambiente y crean este efecto que aturde y disminuye las capacidades naturales de las personas.
Si en la casa habitan personas demasiado activas o nerviosas, se deben evitar colores Yang excesivos como el rojo, anaranjado, amarillo o cualquiera que sea demasiado encendido. Por el contrario, si en ella habitan personas muy introvertidas, tímidas o depresivas, deberemos evitar los colores demasiado Yin como el azul o verde oscuro, el negro o cualquier tonalidad grisácea que perjudique aún más los estados anímicos.
Fuente: Innatia
Imagen: Veo y Alquilo